“Quien tiene un por qué vivir, encontrará un cómo”. Nietzsche
El sentido de la vida se encuentra cuando ésta tiene un contenido y un "argumento" que le dé emoción, intensidad y recompensa. Una última opción en la lucha contra la carencia de sentido en la vida, es tomar la estoica decisión de aguantar, de resistir hasta que las cosas cambien; somos capaces de extraer significado y sentido de los acontecimientos, incluso de los más terribles, pero a veces se necesita tiempo. Como expuso el creador de la logoterapia, el Dr. Victor Frankl, en su obra más célebre[1]: vivir es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento. Si la vida tiene algún objeto, éste no puede ser otro que el de sufrir y morir. Pero nadie puede decirle a nadie en qué consiste este objeto: cada uno debe hallarlo por sí mismo y aceptar la responsabilidad que su respuesta le dicta. Si triunfa en el empeño, seguirá desarrollándose a pesar de todas las indignidades.
El sentido de la vida no está previamente dado ni prefigurado, ni puede estarlo, puesto que le es comunicado a la vida por la propia persona, a medida que ella se desenvuelve. Una vida con sentido depende tanto de nuestras certezas y filosofía como del modo de aplicarlas a todo lo demás.
Bibliografía consultada:
El sentido de la vida y las respuestas de la filosofía, de Julian Baggini, Ediciones Urano, 2005.
Más Platón y menos prozac, de Lou Marinoff, Ediciones B, 2000.
Elogio del ateísmo. Los espejos de una ilusión, de Gonzalo Puente Ojea, Siglo XXI Editores, 1995.
Ateísmo difícil, de Julio Quesada, Editorial Anagrama, 1994.
Hola
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