Voy a “destripar” esta imagen y su mensaje porque adolece de
corrupción de conceptos, por lo tanto corrompe el espíritu e intención
denotativa de las palabras:
La decisión sobre el aborto
como tema moral no debe ser permeada por el fanatismo religioso, que basa su
autoridad en mitos y leyendas tenidos por respetables por tradición
simplemente. Dependemos totalmente de perspectivas culturales para definir
cuándo investimos a un cigoto o un organismo de los derechos y privilegios de
miembro de pleno derecho de una cultura. Esto no quiere decir que yo
personalmente apruebe las sociedades que tratan a un feto como prescindible;
sólo que es evidente que no existe una frontera objetiva o científica. Siempre
nos apoyamos en una definición arbitraria y cuando la religión envenena el
pozo, los “pro-vida” actúan más como “anti-mujeres” y tienden a mentir: no hay
un toque mágico instantáneo que nos permita decir: ahora no está vivo/no es
persona, ¡zaz! ahora sí lo es. El desarrollo es un proceso continuo de cambios: un
cigoto es diferente de un embrión, y éste es diferente de un feto, y éste a su
vez diferente de un bebé, y éste lo es de un puberto… aunque sea el mismo
organismo en desarrollo.
¿Y qué hay del embarazo de alto riesgo? ¿Nos la jugamos a
ver quién sobrevive de la madre o el feto?
Eutanasia no es
asesinato ni se aplica indiscriminadamente como lo intuye la imagen. Resulta
que hay adultos muy mayores a los cuales resulta imposible aplicar cualquier
tipo de tratamiento médico, porque simplemente ya no le hace efecto, así como
los cuidados paliativos que le permitirían aliviar su dolor y morir de manera
más digna. También resulta que muchos de estos ancianos, durante o después de
una crisis de salud, piden a sus familiares y médicos que se les permita decir
NO cuando ya no se puede ni se quiere decir “sí”... Es cruel y bárbaro mantener
con vida a una persona en contra de su voluntad, y el sufrimiento inútil es un
mal que debe de evitarse en las sociedades civilizadas. La religión sólo
envenena el pozo.
¿Matrimonio?
¿Para qué? Si el amor es real y verdadero
no cambia; el matrimonio y la unión libre no deben hacer ninguna diferencia
si es de mutuo consentimiento. Simplemente es una cuestión de conceptos
legales, puesto que el matrimonio queda registrado y permite invocar
obligaciones civiles y legales. El panfleto está claramente dirigido a los “creyentes
pero no practicantes”, pues generalmente son éstos los que, ejerciendo la unión
libre, dan falso testimonio de la religión a la que dicen pertenecer.
Continuando, qué error tan garrafal confundir laicismo con ateísmo… aunque de una
mentalidad cerrada y prejuiciada no se debe esperar mucho. En especial no se
debe esperar que demuestre objetivamente la existencia de su amigo imaginario…
En fin, esta “suma” es ejemplar de lo que en informática se
conoce como GIGO: “Garbage In, Garbage Out”, Entra Basura, Sale Basura.
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